Con la insolencia de lo inesperado juega con sus redes en mi cabeza.
Frágil,
límpida,
profana.
Me vuelvo de a poco entre sus sombras que disfrazadas de recuerdos me nombran soberana.
La mujer que ama y la niña a la que teme,
una vírgen lujuriosa.
Un hombre desolado,
absurdo,
desnudo,
temeroso.
Se apodera de mis pensamientos como los gatos se apoderan de las noches entre maullidos.
Y hacemos el amor entre palabras,
y sudamos en cuerpos desconocidos que nos dan forma.